Algo de mí
Una línea de tiempo poco formal sobre mi vida y lo que hago en el mundo
Casas bajas, calles de tierra, detrás de la vía. Maipú, provincia de Buenos Aires, Argentina, mi pueblo. 8.000 habitantes. Nací en una familia donde podrían faltar muchas cosas, aunque no la comida: mi padre, Raúl, verdulero, proveía lo que él mismo cosechaba y vendía en su vieja camioneta. Y mi madre, Lilia, organizando la casa; años después se recuperó de su obesidad y fundó el grupo local de autoayuda ALCO, liderando durante décadas y ayudando a bajar de peso a cientos de personas. Tengo dos hermanos mayores, Jorge y Perla.
A los 5 años descubrí mi pasión por la comunicación. En aquel tiempo no sabía en qué iba a derivar el camino de la vida.
A los 8, a fuerza de insistir, una locutora de la única emisora de AM del pueblo comenzó a llevarme a pasar tardes enteras después de la escuela. Ahí descubrí la magia de la radio, y el gerente de entonces me dio la oportunidad de conducir al aire el programa “Club de niños felices”, que también producía y musicalizaba. Tuve grandes maestros en el arte de la radio.
Esos fueron los años de cobrar mi sueldo cada mes por mi trabajo. De la escuela iba de inmediato a la radio, en bicicleta por calles de tierra y barro cuando llovía.
Entre los 9 y 10, vinieron muchas alegrías, con algunos premios y reconocimientos, que impactaron en medios de prensa de Argentina; y tuve la oportunidad de conducir el mismo programa de radio en la TV abierta nacional, en lo que se llamaba Canal 7 (estatal, actual TV Pública Argentina).
Conocí a grandes y populares figuras, que prácticamente me adoptaron como el pequeño locutor del pueblo, ahora jugando en una liga más grande. Viajaba los viernes en tren, desde Maipú a Buenos Aires; unas cinco horas de viaje para grabar el programa cada sábado, todo el día. Para mí era un juego, hoy hecho mi profesión.
Paralelamente siempre seguía haciendo radio en mi pueblo. Ya de adolescente, empecé a escalar como locutor de turno conduciendo todo tipo de programas en la tarde de la radio; incursioné en radios de ciudades vecinas, como Dolores y Mar del Plata, y me animé a la conducción de eventos ante multitudes. Tenía 11 años.
El primer fracaso vino a los 15, cuando me despidieron de la radio por una travesura adolescente. Fue muy fuerte que, luego de esos años de juego y disciplina radial, me quedara afuera de lo que ya era mi pasión.
Trabajé entonces en la dirección de cultura del pueblo, organizando los temas de prensa y difusión; escribía en periódicos; y redactaba, también, el de mi pandilla de amigos, “Los Tigres del Mar”, que publicaba rigurosamente una vez al mes.
Aprendí a leer y escribir a los cinco años; por lo que en la escuela ya participaba de todos los actos escolares. Me sumé a grupos juveniles en la iglesia, y estuve algunos años en los scouts.
Hice la milicia en 1982, el año en que Argentina tuvo la Guerra por las Islas Malvinas. Fue una época difícil, de mucho encierro; con dos compañeros nos la ingeniamos para crear un programa de radio para los soldados. La vocación seguía intacta.
Mi sueño era estudiar para locutor y obtener mi carnet profesional. En eso estaba al haber terminado el secundario, planeando vivir en Buenos Aires, cuando llega una propuesta de vivir en Ushuaia, la ciudad más austral del mundo, en lo que hoy es la provincia de Tierra del Fuego, muy cerca de la Antártida argentina.
Viví allí tres años y medio, haciendo una experiencia fabulosa, diseñando el primer canal de TV por cable de la ciudad, y, además, escribiendo en semanarios locales y conduciendo un programa de radio, “A partir de ahora”, que fue premiado localmente.
Al armar el canal de TV paga, conocí a muchos programadores de Argentina, a los que adquiríamos programación para emitir. Imagina aquel tiempo sin satélites, sin fax, sin aviones todos los días, y con periódicos que llegaban un día más tarde en aquel confín del mundo.
Uno de ellos me contrata para trabajar con ellos en Buenos Aires y Latinoamérica. Tenía una actividad fija y la posibilidad de estudiar formalmente la carrera de locutor, que conquisté en sus tres años, con mi carnet nacional habilitante.
Estudié locución y me recibí en 1989. Al año siguiente empecé cuatro años como docente en un instituto nacional llamado COSAL, de donde han salido notables alumnos, hoy profesionales muy reconocidos. Amo la docencia y transmitir experiencias, haciéndolo en lenguaje sencillo, accesible, sin ornamentos. Eso me guía hasta hoy en mi formato como speaker y escritor.
En aquel tiempo, trabajé durante muchos años para una empresa líder en la comercialización de películas para televisión, Ledafilms. Jamás me imaginé tener la oportunidad de salir al mundo, con viajes desde Estados Unidos hacia abajo, por toda Latinoamérica, vendiendo programas a los canales de TV y el incipiente mercado de la TV por cable en la región. Luego, pasé a una empresa competidora, enfocada exclusivamente en el exterior, Cintelba-Michigan Film.
Paralelamente, el locutor que hay en mí se las ingeniaba con horarios insólitos para trabajar en media docena de emisoras de radio de Buenos Aires y alrededores.
Tuvimos junto a un socio un estudio de producción de programas para radios del interior; compuse más de 100 jingles publicitarios junto con un equipo de músicos excepcionales; escribí en medios de prensa de la industria de la radio y la televisión; y empecé a pensar en la idea de montar mi primer negocio propio.
Fundé una pequeña agencia, quitándole horas al sueño, con la que trabajamos algunos años brindando servicios de creatividad, publicidad y comunicación para empresas del negocio de la televisión. Me fundí durante una de las hiper inflaciones del país.
A seguir adelante, más que a empezar de nuevo. Al poco tiempo, dos grandes mentores y maestros, Alberto y Ronnie, me invitan a sumarme al equipo de lo que fueron los primeros canales satelitales de cine de Latinoamérica. Así, participé de la fundación de señales muy conocidas, como Space, I-Sat, Infinito, y una docena más, en un proceso muy vertiginoso de tres años. Me dedicaba a liderar la comunicación y el marketing de esa empresa, proyectándola dentro y fuera de Argentina. Podrán ver algo de Alberto en el famoso Puente de la Mujer, que se alza en Puerto Madero, Buenos Aires; él lo donó como agradecimiento a la ciudad; y allí verás la Virgen de Luján, que lo acompañaba siempre en su oficina, donde nos motivaba e impulsaba, como un gran líder, a hacer lo imposible.
Se aprende mucho de los grandes; esos que se han construido de la nada, a fuerza de trabajo y voluntad. Y persistencia. Y de vencer sus miedos.
Tras la venta de esa compañía (hoy propiedad de Turner), seguía haciendo crecer mi nueva empresa, Colombo-Pashkus, dedicada a prensa y relaciones públicas, junto con un socio con el que estuvimos juntos 16 años; luego seguí por mi cuenta, adquiriendo la totalidad de ese paquete de acciones.
En paralelo, empecé a publicar mis libros (el primero fue en 2004 y a 2017, ya llevo 21 títulos, algunos traducidos a varios idiomas); y a desempeñarme como Gerente de Marketing en la empresa fundadora de Cinecanal y Movie City, otras dos marcas reconocidas de la TV de pago. Emilce, mi jefa, fue otra gran y entrañable mentora. Curiosamente, ella había sido mi cliente cuando ocupaba la dirección de un canal de TV en su ciudad natal, Salta, en el Noroeste de Argentina. Nos conocíamos desde hacía décadas; y la vida, que es circular, nos reencontró mucho después. Fue una experiencia fabulosa desde todo punto de vista, conociendo cómo abrir mercados y posicionarnos, con el aval de los socios de la compañía: Universal, MGM, Paramount y Fox.
Al haber dedicado tanto tiempo al gerenciamiento en esa empresa, mi compañía necesitaba seguir creciendo. Decidí renunciar a la comodidad del sueldo fijo, y dedicar tiempo completo a la empresa que habíamos fundado. La expandimos a 17 países, con representaciones y más de 2500 clientes en 20 años.
La música es una de mis grandes pasiones: mi colección tiene unos 10.000 vinilos y 8.000 CD, y hoy los recursos digitales me ayudan a seguir conectado y llevarla donde quiera que esté. ¡Hasta tuve la oportunidad de editar cinco CD con colecciones que seleccioné especialmente para distintos momentos, marcas, productos y servicios!
Hice programas de radio y dirigí algunas emisoras en Buenos Aires; y actualmente grabo podcast para distintas plataformas, que podrás descubrir en mi web.
Descubrí mi amor por los perros, y dedico años de mi vida a rescatar algunos abandonados, y convivir juntos mientras nos elijamos.
Dono un diez por ciento de mi tiempo a dar servicio a organizaciones que lo necesitan. Mantengo al día mi conexión espiritual, mi trabajo interno, con ejercicios diarios, escuchar meditaciones y charlas de personas que son mis referentes internos, y que me ayudan a estar alineado con lo que soy, a la par de lo que expreso en el mundo.
Durante muchos años participé activamente del Consejo Profesional de Relaciones Públicas de la Argentina, donde fui vicepresidente, y también presidente de la comisión de consultoras. También me sumé como capacitador en la Asociación Argentina de Marketing, Programa Naves del IAE Universidad Austral y brindé en todos esos años más de 300 conferencias, talleres y seminarios.
Junto con dos amigos creamos un Festival Internacional de Cine, Maipú Cortos, para llevar cine de humor a nuestro pueblo. Estuve siete años apoyando este proyecto.
Como quizás observes, fueron años de incesante actividad, con un promedio de 12 a 14 horas diarias de lunes a domingo, dedicados al trabajo.
El 20 de junio de 2012 mi cuerpo dijo basta. Puso un límite, y caí en un proceso comatoso que duró un mes, motivado por un cuadro agudo en mis riñones.
Fue muy duro aquello, y no te lo recomiendo. A la vez, fue muy enriquecedor aquello, y quiero invitarte a pensar en que no es necesario que llegues a ese límite de forzar tu organismo pensando que lo de afuera es más importante que lo de adentro.
Ya en 1990 había tenido un cimbronazo muy fuerte en mi salud, con un diagnóstico con muy mal pronóstico: seis meses de vida, sentenció el doctor. La medicina, el cambio de mis pensamientos y creencias, los maestros de auto conocimiento, seminarios, talleres, gimnasia consciente, lecturas positivas y cuanto camino me permití abordar, hacen que hoy esté aquí, relatándote mi historia de vida.
Una vez que me fui recuperando, tomé grandes decisiones. Debí reducir mis actividades al mínimo. En este proceso, hubo traiciones de personas muy cercanas, estafas morales y económicas, y una gran depuración de los vínculos. Enormes aprendizajes. Y vuelta a empezar.
Decidí tomar un tiempo para reponerme en un lugar que es mi refugio, en la costa de Argentina, partido de Mar Chiquita, sobre el Atlántico. Es un espacio próximo a mi pueblo, al que volví luego de décadas invitado por el intendente de entonces, para desarrollar un sistema de comunicación y de difusión de las actividades locales. Fue un reencuentro con las raíces. Estoy muy agradecido. Esa experiencia fue replicada en decenas de municipalidades dentro y fuera de Argentina; y ayudé a algunas a ponerlo en marcha.
Al año y medio, un querido amigo, a quien había conocido en uno de los seminarios de entrenamiento en mi desarrollo personal y profesional, me invitó a trabajar en Chile, donde tuve la ocasión de seguir aprendiendo nuevas herramientas, y proyectándolas hacia lo social y las empresas multinacionales del país.
De regreso en Argentina un año después, ya mejor de salud de lo que me afectó en 2012, decidí continuar y potenciar mi camino como Coach especializado en CEOs, alta gerencia, profesionales, directivos de organizaciones y emprendedores.
También he volcado todo este background de experiencias en charlas y seminarios, talleres vivenciales y formatos innovadores, como speaker y conferencista. Actualmente trabajo en 18 países de Iberoamérica.
Y la vida sigue.
Siempre hay una oportunidad para reconquistar eso que tanto anhelamos, y para crear la realidad de lo que es verdad en nuestra vida. Sólo hace falta tener la determinación, la claridad, el enfoque y la persistencia.
No importa qué tan grande es el desafío; o que tan dura haya sido tu vida dentro de tu familia; o qué cosas te diga el entorno acerca de lo que “no podrás” realizar. Sigue adelante, pase lo que pase, si así lo eliges.
Esta es mi experiencia de vida, que escribo a pocos días de cumplir 56, un viernes de octubre inspirado en esta línea de tiempo que hoy quise compartir contigo.
Te deseo todo lo mejor. ¡Siempre adelante!
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